Machala – El albergue acoge a 25 pacientes con trastornos mentales, quienes reciben atención psiquiátrica, alimentación y cuidados integrales las 24 horas del día.
La mayoría depende completamente del apoyo del centro debido a su incapacidad para valerse por sí mismos.
Desde hace 32 años, el Albergue para Desamparados Divina Misericordia se ha dedicado a brindar ayuda a personas en situación de indigencia con problemas de salud mental.
Durante todo este tiempo, su funcionamiento ha dependido de donaciones de personas solidarias. Sin embargo, la crisis económica de los últimos años ha reducido significativamente estas contribuciones.
El aumento en los costos de medicamentos, la necesidad de pagar al personal, los impuestos y los servicios básicos han puesto al albergue en una situación financiera crítica.
Según Carlos Navas, voluntario desde hace 27 años y representante legal del centro, actualmente enfrentan un déficit de 9.500 dólares, lo que podría obligarlos a cerrar en pocos meses.
Aunque existe la posibilidad de que algunos pacientes sean reintegrados con sus familias, Navas considera que esta alternativa no garantiza su seguridad.
En muchos casos, provienen de hogares disfuncionales donde podrían sufrir violencia física, verbal o psicológica.
Además, las precarias condiciones económicas de sus familias dificultan que puedan cubrir los costos de sus tratamientos, lo que aumentaría el riesgo de que terminen nuevamente en la calle.
El albergue enfrenta una necesidad urgente de recursos económicos. Según explicó Navas, el gasto mensual asciende a unos 30.000 dólares, aunque esta cifra se reduce gracias a la colaboración gratuita de brigadas médicas, laboratorios y donaciones.
Solo en medicamentos psiquiátricos, que tienen un costo elevado, el albergue invierte alrededor de 5.400 dólares al mes. Además, mantienen una deuda de 1.800 dólares con el Cuerpo de Bomberos, lo cual Navas calificó como un obstáculo injusto para quienes realizan labores de caridad.
Actualmente, el 90% de los pacientes en el albergue son personas con enfermedades mentales rescatadas de situaciones de indigencia. Entre ellos, hay ciegos, sordomudos, cuadripléjicos, personas con autismo, epilepsia y ancianos en fases terminales de su vida.
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