España – «En todos los sitios donde iba caía bien. Todo el mundo le quería». De esta manera se expresaron los allegados de Danny Vicente Villagrán Morante, el machaleño de 33 años fallecido el miércoles en un accidente laboral en Tremañes, en España.
El dolor en los allegados por el fallecimiento de este chico, que cayó desde una altura de diez metros mientras hacía labores de soldadura en una estructura del polígono Bankunión II.
Pese a que llevaba cerca de dos años trabajando en una empresa de soldadura en el camino de El Melón «ya caía bien», explican los que le conocieron, a todos aquellos con los que llegó a tener trato.
Hasta la sala 7 del Centro Forense donde reposaron los restos mortales del trabajador, se acercaron numerosos colegas de profesión. Danny Villagrán era soldador. Un muy buen soldador, explican sus cercanos. En esa sala 7 le velaron sus familiares. El joven estaba casado.
Sus compañeros de profesión todavía no se explican qué fue lo que pasó para que Danny Villagrán perdiera la vida en una tarea que, aparentemente, no tenía demasiada complicación.
Cuando sucedió todo se encontraba en el tejado. Subió hasta ese punto con un compañero de trabajo. Los dos empezaron su tarea anclados a líneas.
La víctima se encargó de hacer labores de soldadura en unos tubos enormes que hay en la cubierta del edificio. El otro trabajador, a su vez, estaba al cargo del mantenimiento.
Ninguno de los dos formaba parte de la plantilla de la empresa, que se dedica a fabricar materiales ignífugos.
El trabajador de mantenimiento estaba subcontratado por otra empresa. Y esta segunda empresa, a su vez, había subcontratado a la firma en la que trabajaba Villagrán. El ecuatoriano empezó anclado al arnés.
Según contaron los testigos, se soltó porque había olvidado una herramienta. Bajó a la calle, condujo con la furgoneta al taller y volvió a su puesto de trabajo.
Pero, supuestamente, subió al tejado por una zona no permitida. Caminó hasta la línea de vida, pero no llegó. El techo cedió y cayó al interior de la estructura desde diez metros. Así murió.
«Era un chaval extraordinario. De mis favoritos. Era un gran trabajador y nunca te ponía una mala cara. A todo te decía que sí y siempre con una sonrisa», contó un responsable de la empresa para la que trabajaba.
A ella había llegado por otro compañero que había conocido a Danny Villagrán de coincidir en la comunidad religiosa en la que dos están enrolados en La Calzada, su barrio.
Los restos mortales del joven de 33 años reposarán, ya para siempre, en el cementerio municipal de Deva.
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